Servidor de la esperanza

En Marruecos los católicos son tantos como los habitantes de Miramar.
El arzobispo de Rabat (son dos arzobispados a cargo ambos de españoles: Cristóbal López Romero, salesiano, de Andalucía y Santiago Agrelo Martínez, Franciscano, Gallego) lo decía cuando se regocijaba por el anuncio de la visita del papa Francisco que tuvo lugar en los últimos días de marzo.
Decía que había más hombres que mujeres, más jóvenes que ancianos, más negros que blancos, lo contrario que suele haber en nuestras comunidades.
Esos 30.000 católicos constituyen apenas el 0,1 % de la población. Mucho de ellos son jóvenes universitarios provenientes de diversos países del África subsahariana así como asiáticos, obviamente muchos filipinos, provenientes de más de cien naciones. Así lo decía el arzobispo quien, a la vez, recordaba que Juan Pablo II había llegado a Marruecos en 1985 cuando se encontró con los jóvenes en un momento que llamo mucho la atención.
Ahora el papa Francisco ha respondido a una invitación que le formuló el rey Mahomed VI.

Testimonio no es proselitismo

La atención pastoral de esta pequeña gray está a cargo de 46 sacerdotes y 180 religiosas, cuya tarea no se reduce a los católicos sino que trasciende a la comunidad en distintos emprendimientos asistenciales y promocionales teniendo en cuenta que el estado pena con la cárcel a quienes hacen proselitismo religioso.
Al respecto, el papa habló de la necesidad de “oponer al fanatismo y fundamentalismo la solidaridad de todos los creyentes teniendo en cuenta los valores que nos son comunes en muestra forma de actuar”.
Fue así la base de uno de los pronunciamientos más categóricos del papa para referirse a la diferencia entre proselitismo y testimonio. Tema ante el cual se pueden notar distintas posturas pastorales. Bien sabemos que, si no en principios, hay grupos religiosos que en la práctica los identifican.
Es de destacar la visita del papa a un centro rural de servicios sociales de Tamara a cargo de monjas de la congragación de San Vicente de Paul. Allí se curan niños y se les brinda alimentos y apoyo escolar.
En todo momento de esos dos días de visita reiteró “la perseverancia en el camino del dialogo con los hermanos musulmanes y la necesidad de colaborar a que se haga visible esa fraternidad universal cuya fuente es Dios”. Su visita al Instituto Mohamed VI donde se forman los imanes es otro momento importantes del viaje.

Puentes, no muros

En la catedral de San Pablo en Rabat tuvo lugar el encuentro ecumencio en el cual habló a “los que trabajan junto a los hermanos musulmanes”.
Imposible no mencionar el acuerdo con Mohamed VI sobre la condición de Jerusalén como Ciudad Santa “patrimonio común de la humanidad, sobre todo para los fieles de las tres religiones monoteístas”. Sobre esto se destaca la tarea del sustituto de la Secretaria de Estado, el Venezolano Edgar Peña Parra, “quien construye muros termina prisionero, mientras que el que edifica puentes camina hacia adelante “. Podría ser la expresión clave de este viaje que tuvo siempre en primer lugar, a la usanza franciscana, la cultura de la misericordia. Marruecos es la frontera entre África y Europa y Francisco se ha reservado en el Vaticano, como si no tuviera trabajo, la atención personal del Departamento de los refugiados. Pero lo que más llamó la atención de este viaje han sido las palabras suyas sobre el viaje al país, señal clara que deseamos su venida pero no salimos de la auto referencialidad que él no se cansa de denunciar. Oportunas las palabras del Obispo de San Isidro Monseñor Ojea que hablaba del escamoteo de su pensamiento del que podemos llamarnos expertos.