Psicología de un saqueo: Parte (II)

Por Arq. Pablo Grigera.

A principios de 2012 fue destruido el contrafrente del edificio. 44 puertas de dos hojas, 88 postigos interiores, 174 celosías de madera, enorme cantidad de tirantes, 500 m2 de pinotea, fallebas, cerraduras, 84ml de baranda de hierro forjado de sus patios, mosaicos y demás elementos fueron desmantelados y preparados para su venta.

Las reacciones no se hicieron esperar tanto como las denuncias sobre camiones que llevaban las piezas para ser vendidas fuera de la localidad. A mediados de julio del 2012 los diarios Clarín y La Nación se harán eco de los hechos como también audiciones radiales de prestigio nacional.

Unos meses después un grupo inversor presentará al intendente de General Alvarado un proyecto de puesta en valor que “casualmente” descartaba ese sector del contrafrente del edificio. Para el gobierno, este hecho permitía tener esperanzas de poder encauzar un problema que se había convertido en incómodo y que quizás había tomado por sorpresa a sus autoridades. Finalmente, el municipio tomará como propio el nuevo proyecto y para ello ubicará a la secretaria de cultura para fiscalizar sus avances y el trato con los inversores.

La explicación al desguace del edificio hay que encontrarla no solo en que ese sector del edificio era descartado en el proyecto presentado por el grupo inversor sino también servía al “propietario” para hacerse de dinero para poder absorber los gastos que el proyecto implicaba ante la dudosa situación legal del bien. Para ello era necesario poner en orden su dominio que poseía un pedido de herencia vacante y eso salía dinero.

Hay que recordar que el edificio es Monumento Histórico Municipal por ordenanza 247/88 y está protegido, entre otras ordenanzas, por el por el Código de Preservación Patrimonial del Municipio de General Alvarado (ordenanza 307/00).

A mediados del 2013 se dieron inicio a las tareas concentradas en el sector central de la fachada. Para ello, los responsables del grupo inversor contrataron una empresa de reciclajes. Las tareas comenzaron con el arreglo de los revoques existentes, la restauración de molduras y la reconstrucción del frontis y copón superior.

El inicio era auspicioso pero luego se comenzaron a cometer errores infantiles como demoler las molduras de sus cornisas, agregar el año de inicio de la construcción del edificio, el cual nunca había existido allí, y la reconstrucción de la balaustrada del frente donde equivocaron el número de las piezas componentes.

El avance de las tareas y la profusa publicidad de las obras en los medios locales y nacionales suscitaron un gran interés por ver al edificio restaurado. El apoyo logrado por el grupo inversor había sido importante también entre la población e instituciones locales. La posibilidad de que Mar del Sud viese reflejada esa inversión era un hecho central y esperanzador. Para ello fueron convocadas inmobiliarias, la sociedad de fomento, la cooperativa eléctrica y hasta historiadores locales a los cuales se involucró en el proyecto.

Por estos tiempos la apoyatura del gobierno municipal a las tareas era cautelosa, lo cual queda reflejado en el permiso dado que se extendía por un período de tres meses, es decir entre agosto y noviembre de 2013. Mostrar obras era necesario para el intendente de General Alvarado ya que era importante visibilizar estos hechos nacionalmente ante las cercanas elecciones que lo elegirán como senador por la Provincia de Buenos Aires.

Los problemas de dominio del bien y la necesidad de dar inicio a las obras determinarán la solicitud de un permiso provisorio de obra que, pese a la carencia de titularidad clara del bien, será dado por el municipio. En la presentación se recalcaba esa falta de dominio, pero era potestad absoluta del municipio el dar dicho permiso, justificado en la necesidad superior de su restauración.

El propietario participaba del proyecto aportando su dominio sobre el edificio y el grupo inversor el dinero necesario para lo cual conformaba un fideicomiso que dejaría ganancias tanto para el fiduciante enajenante (el propietario), como para el fiduciante originante (el responsable del grupo inversor).

Las obras eran dirigidas por un profesional, representante técnico y socio en el emprendimiento, del cual se desconocen sus antecedentes en relación a la actuación sobre edificios de valor patrimonial. Sus directivas y alcances en relación a los trabajos quedaron registrados en la documentación presentada al municipio, entre ellos: “la puesta en valor y restauración de los componentes murarios, ornamentales, frisos y balaustres y revoques y la restauración y el reacondicionamiento de las aberturas existentes para lo cual se adjudicará la obra por contrato a un tercero”.