
La bicisenda, cuyo costo fuera de $2.000.000 (DOS MILLONES DE PESOS) no ha logrado los objetivos esperados por la Administración que dispusiera su instalación. Esto significa que ni en el mes de enero y en lo que va transcurriendo febrero ha tenido la utilidad, el uso por parte de quienes circulan en bicicleta en la ciudad. Esto significa que nadie realizó un estudio previo, un análisis para poder establecer con claridad cuáles eran los beneficios que se alcanzarían. Fue una verdadera improvisación. Y toda improvisación tiene consecuencias. En este caso, el fracaso. Por eso continua la idea de poder levantarlo en cuanto termine el mes de febrero para que Miramar y los vecinos recuperen la posibilidad de utilizar el paseo costanero como lugar de recreo, de estacionamiento y de lugar propio para disfrutar de la hermosa vista de Miramar.
Dicen algunos que ahora se puede ver el mar, otros le responden si querían liberar la zona de autos, prohibían el estacionamiento y no gastaban DOS MILLONES DE PESOS. Hoy el gasto ya está hecho. Esperemos que la terquedad de los funcionarios no continúe con esta actitud, que ha generado polémica y sobre todo un gasto inútil.