Los caminos del C.E.L.A.M.

De la Asamblea General Ordinaria del C.E.L.A.M., llevada a cabo en Tegucigalpa, surgió la conducción del mismo para el periodo 2019-23.
Sera presidente el peruano, arzobispo de Trujillo, Miguel Cabreos Vidarte mientras que el cardenal Odilio Scherer, arzobispo de San Paulo y el cardenal Leopoldo Brenes Solórzano, arzobispo de Managua, serán respectivamente vicepresidentes primero y segundo. La estratégica función de Secretario General corresponderá el obispo auxiliar de Cali, Juan Carlos Cárdenas.
Siempre se busca la representatividad por lo cual habrá siempre un brasileño, en razón del gran número de miembros de su episcopado. En este caso la vicepresidencia primera estará a cargo de un brasileño, mientras en el periodo2015-19 el arzobispo José Belisario Da Silva, de San Luis de Maranhao era vicepresidente segundo. Primero lo era hasta ahora el uruguayo Carlos María Collazzi mientras que el arzobispo de Managua será el vicepresidente segundo mientras que un peruano sucede a un colombiano, el cardenal Rubén Salazar Gómez, arzobispo de Bogotá.
Una nueva etapa
Nacido hace 64 años el C.E.L.A.M. fue uno de los intentos de la Iglesia preconciliar por asumir las nuevas realidades del continente. Avizoraba, aun borrosamente, los cambios globales, profundos y urgentes que declaraba una década después el papa Pablo VI, que, todavía Sustituto de la Secretaria de Estado, había conocido la ciudad natal del organismo y a su inspirador Monseñor Helder Camara, que se movia a sus anchas en mundos complejos como las favelas y los medios de comunicación.
Faltaban cuatro años para el anuncio del Concilio cuando nace en Rio de Janeiro la idea de este organismo seria pionera en el mundo. Ahora, en vísperas de la realización del Sínodo para la región de la Amazonia, en Roma desde el 6 al 27 de octubre el C.E.L.A.M., también en su asamblea en Honduras está en camino de una reorganización, en sintonía con la reforma de la Curia romana que es una de las, batallas del papa Francisco. Un simple dato puede ayudarnos a entender mejor: son 2 los departamentos del C.E.L.A.M. que tiene su sede en Bogotá, todos ellos al servicio del episcopado del continente constituyendo una compacta red pero que, para su mayor eficiencia, requieren una simplificación adecuada.
Una tarea útil es, de todos modos, hacer memoria de los que podríamos llamar los hombres del C.E.L.A.M. algunos de cuyos nombres están registrados con letras de oro. Al nombrado Helder Cámara, podemos agregar al chileno Larrain Errazuriz, a los peruanos cardenal Landazuri y José Damert Bellido, al panameño Marcos Mc Grath, al mexicano Samuel Ruiz García, al ecuatoriano Lecnidas Ercaño Villalba, al paraguayo Ramón Bogarin Argaña y a quien dejó una huella imborrable en todos los rincones del continentes, nuestro cardenal Pironio
1979-Puebla-2019
No sería justo no referirnos, al menos, a los cuarenta años de la realización de la III Conferencia General del episcopado latinoamericano.
Al cumplirse los diez años de Medellín se pensó en volver a reunir nuevamente a los obispos del continente para actualizar lo resuelto allí.
Pero 1978 fue el año de los papas Pablo VI que había convocado para octubre en Puebla, falleció el 6 de agosto dando lugar el fugaz pontificado de Juan Pablo I. Había dado indicios de su participación pero la imprevista muerte en septiembre obligó a postergar para enero su realización. El 16 de octubre era elegido Juan Pablo II que con su viaje a México daba comienzo a su increíble recorrida de 104 viajes por todo el mundo y que se sorprendió al comprobar la devoción popular hacia la Virgen de Guadalupe pero, a la vez, enamoró a las muchedumbres con su figura y con su discurso.
En una América Latina que vivía unos años oscuros de dictaduras militares, y a solo un año del martirio de monseñor Romero, no fue fácil la realización de este evento. Por citar solo un hecho podemos recordar que el cardenal Pironio, que había inundado con su carisma a Medellín, se retiró de Puebla para seguir siendo instrumento de paz.
Puebla, no obstante las presiones, fue una confirmación de Medellín y no tuvo empacho en denunciar la doctrina de la seguridad nacional así como mostrar los rostros dolientes del Cristo sufriente en el continente. Tal vez para mostrar las tensiones del momento sería oportuno aquel argumento de monseñor Pedro Casaldaliga: el nombre de la ciudad era Puebla de los Ángeles a lo que el contraponía otro: Puebla de los hombres.