Las desventuras de la cubierta del hotel

Por Pablo Grigera, Arquitecto
(Última Parte)

En enero de 2015 finalmente se inicia la colocación de la cubierta para la cual se decidió el uso de chapa trapezoidal color en abierta contradicción con lo prometido al municipio.
Una de las excusas posteriores, en relación a la elección del material de la nueva cubierta, era que debido al peso de las pizarras se optó por chapa. Lo que esconden estas insólitas aseveraciones es que al ser reemplazado el entablonado de madera original por machihembrado de pino, se lo hizo por uno de menor espesor. Así, las capacidades portantes de la cubierta se verían claramente reducidas.
La decisión de colocar chapa quedó explicitada por sus hacedores al declarar que fue “por una cuestión de costos ya que la pizarra nos sale más del doble y no se consigue la original”. Agregaban también que las lucarnas se harían de modo decorativo y que “también están los zingueros terminando las lucarnas para poder colocarlas…..”
Lo triste de esta afirmación fue el supeditar la decisión tomada en relación al costo de la pizarra y no con el valor patrimonial y simbólico que esta tenía en el contexto de la cubierta.
Las obras de la cubierta continuarán a paso lento siendo claro también que estas no alcanzarán al contrafrente de la cubierta principal del hotel. Este hecho no sólo permitía el acceso de agua ante cada lluvia caída sino también la destrucción de todo el interior del edificio lo cual reafirmaba el nulo interés en preservarlo como también el darle valor a la fachada, que es lo que se ve, en detrimento del resto, lo que no se ve.
En mayo de 2015 el Semanario El Argentino, publicaba en su tapa que “Las obras en el Hotel de Mar del Sud están paradas”, así como también en julio de ese mismo año aparecía en el diario La Nación una carta de lectores mostrando la preocupación por la falta de terminación de la cubierta y la entrada de agua al edificio.
Hacia julio de 2016 el frente de la cubierta estaba casi terminado tanto como clausuradas las obras por el municipio, ya que según lo afirmado al diario La Nación por el Secretario de Planeamiento de General Alvarado Alfredo Aguilar “Había fallas en la documentación de profesional responsable, graves falencias de seguridad y tampoco se estaba respetando el patrimonio arquitectónico… Sobre los dos últimos resalta cuestiones muy puntuales: paredes altas sin apuntalar que corrían riesgo de derrumbe y, tan o más grave, incumplimiento en el proyecto comprometido. Por ejemplo se reemplazó la cubierta histórica, debían replicar las lajas por techos de chapa trapezoidal”.
A partir de agosto del 2016, con el fallecimiento del responsable de las obras, el ritmo de las mismas decaerá. Las tareas continuarán principalmente en los interiores del edificio, cerco perimetral y recientemente en la materialización de los balcones. La cubierta será desmantelada en el tiempo y reutilizadas sus chapas en una obra a pocas cuadras del hotel.
En los próximos meses, y de acuerdo a los datos recabados, se reiniciarían las tareas en la cubierta del edificio. Para ello se habría decidido utilizar tejas de acero zincalum color negro con aspecto de tejuelas tradicionales de alerce y que de acuerdo a su distribuidor “su diseño rememora la veta de la madera envejecida”, debiendo su color a su uso en zonas de nieve.
Ahora bien, si el municipio clausuró las obras en el 2015 por incumplimiento de lo acordado en el reemplazo de la cubierta histórica por chapa trapezoidal:
¿Qué argumentos utilizarán para justificar el empleo de otras chapas que simulan ser tejuelas de alerce y para colmo de males pintadas de negro por la nieve?
¿Se techará toda la cubierta o sólo su frente para mostrar que las obras avanzan continuándose así con el ingreso de agua al edificio?
¿Por qué adoptar en la cubierta soluciones insólitas nunca utilizadas en la restauración de edificios del valor patrimonial del hotel?