Las Adelas

A sólo media cuadra de la costa, sobre la calle 21, resiste estoico y cada vez más deteriorado el chalet “Las Adelas”.
Vestigio de un Miramar que ya no existe, de una forma de veranear que quedó en el pasado y símbolo de un futuro que olvida los pasos caminados.
Construida a fines de 1938 era propiedad de Rafael Vigliano y Adela Catalina Rita Mazzini de Vigliano. De allí el nombre de la casa en honor a las dos Adelas de la familia, Adela Catalina y su hija Adela Judith.
Ocupa dos lotes, el de la casa, de 10 x 43 metros que hasta molino tenía en su fondo y cuya construcción ha sufrido pocas modificaciones a excepción del cierre de la galería del piso superior, su cerco, y su contrafrente ocupado por nuevas construcciones. Su otro lote, de 10 x 40 metros, con un parque cuidado al extremo, hasta fue escenario para fotos de casamenteros que pedían con respeto retratarse en su jardín.
Para muchos ha sido la casa de sus sueños y está impregnada en la imagen colectiva de la gente de Miramar.
Sufrió imperturbable el ataque de ejércitos que en movimiento de pinzas trataron de ocuparla infinitas veces. Nunca pudieron, sigue allí, resistiendo, pero nuevos vientos de guerra se perciben en el horizonte.
La casa ha sobrevivido en el tiempo. Sus dueños desde el año 1958 lucharon por ella.
¿Cuántas veces se las habrán querido comprar para demolerla y levantar alguna mole impersonal como tantas que la rodean?
De esas rebeldías nacen las epopeyas dicen, y hoy es un fiel reflejo del pasado de un Miramar al cual cada día le quedan menos exponentes de esta tipología constructiva. De allí su importancia patrimonial.
“Las Adelas” quizás era Manuel, el resumía en esa casa su amor por la ciudad, sus sueños cumplidos al frente de una familia ejemplar. Cuando el partió, la propiedad también sufrió el impacto de su ausencia. Ya nada sería igual.
Pasé gratos momentos en esa casa, cita obligada en enero y faro ineludible para los que veraneábamos un poco más allá.
Cuando aún hoy hablo con sus viejos propietarios, aquellos que la mantuvieron por casi 45 años y les pregunto por la casa, en cada uno de ellos una sonrisa se dibuja en sus caras: la de haber sido felices en Miramar.
Gentileza. Familia Mónaco.
Archivo P Grigera. 2018.