El miramarense Manuel Oubiña y su trabajo en el Banco Nacional de Datos Genéticos

Miramarense Manuel Oubiña

El joven 27 años, nació en Buenos Aires, pero vivió toda su infancia y adolescencia en la ciudad de Miramar. Estudió en el Instituto Parroquial San Andrés, y en 2010 volvió a Buenos Aires con el objetivo de estudiar la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Buenos Aires. Actualmente se encuentra rindiendo los últimos finales y preparando la tesis de grado que está vinculada a los 3 capítulos del libro del Banco Nacional de Datos Genéticos.

Desde octubre de 2016 comenzó a trabajar vinculado al Banco Nacional de Datos Genéticos, y hoy en día sigue trabajando integrando el equipo de Prensa y Difusión. su trabajo se enfoca en el diseño de piezas gráficas y audiovisuales, y en la organización y coordinación de distintas charlas y conferencias en todo el país. En dialogo con “El Argentino” nos contó sobre esta experiencia y lo que significa este trabajo para la sociedad.

– ¿Cómo y cuándo comenzaste a tratar este tema?
A mitades del 2016, la gente del Banco Nacional de Datos Genéticos me contactó para integrar el equipo de trabajo del libro de los 30 años del organismo, que se llamó “Una pregunta. 30 años”. La idea era colaborar con toda la producción y realizar un relevamiento de la aparición del BNDG en los medios gráficos durante toda su historia. También, como tenía experiencia en organizar eventos, armar la celebración de los 30 años que incluía la presentación del libro.

Fue una experiencia muy enriquecedora poder trabajar en la creación de un libro. Además de ser mi primer trabajo ligado a la comunicación de forma completa, poder publicar 3 capítulos sobre la investigación que realicé fue algo muy lindo. El evento también fue súper emotivo, con toda la comunidad científica y de Derechos Humanos. Después de finalizar ese proyecto, me sumé al equipo de prensa y difusión del BNDG donde hoy sigo trabajando.

– ¿Cuál es la repercusión que se tiene a la hora de dar a conocer su trabajo?
Desde el equipo de prensa y difusión cubrimos varios frentes a donde enfocamos la comunicación. Tanto la relación con los medios, nuestras propias redes o las distintas charlas y conferencias que vamos organizando tienen una repercusión más que positiva. Personalmente estoy llevando adelante un proyecto de difusión enfocado en colegios y escuelas de nivel secundario, acompañado por científicos y antropólogos. La respuesta de los chicos en esas charlas es muy enriquecedora. Muchas veces se dice que los jóvenes en la actualidad están desinteresados o no les importa aprender, y lo que puedo identificar con el correr de las actividades que organizamos es que los chicos son mucho más críticos que la mayoría de los adultos. Se arman muy buenos debates al finalizar las charlas, y siempre nos vamos aprendiendo algo nuevo.

Difundir la tarea de un organismo científico que trabaja en pos de los Derechos Humanos es sumamente importante, porque es la forma de demostrar que el trabajo de la ciencia puede y debe estar vinculado a las problemáticas sociales. Además, el Banco Nacional de Datos Genéticos es muy reconocido en el mundo y es importante que nosotros los argentinos conozcamos su tarea.

 

Sobre el BNDG
El Banco Nacional de Datos Genéticos se creó en 1987 por Ley 23511, gracias a la lucha y perseverancia de las personas que integran la organización Abuelas de Plaza de Mayo en la búsqueda de sus nietos y para poder realizar pruebas genéticas de filiación entre nietos y abuelos, porque sus padres habían sido secuestrados y desaparecidos por el Terrorismo de Estado hasta el 10 de diciembre de 1983.
Estas mujeres recorrieron el mundo, se reunieron con destacados científicos en distintas instituciones (algunos de ellos argentinos exiliados), para buscar la forma de que la sangre de las abuelas y abuelos pudiese servir para identificar a esos nietos.

Finalmente, el Dr. Victor Penchaszadeh, genetista argentino exiliado en Estados Unidos, las contactó en 1982 con la genetista estadounidense Mary-Claire King quien junto a un equipo de investigadores logró llegar a lo que se conocería más tarde como índice de abuelidad, un procedimiento científico que permite determinar la filiación de un niño en ausencia de sus padres mediante el análisis de material genético de sus abuelos y abuelas. La ciencia había escuchado el reclamo de la sociedad y estaba dando una respuesta.

Surgiría en los años siguientes la necesidad de crear un banco como espacio de obtención, almacenamiento y análisis de las muestras genéticas necesarias para el esclarecimiento de delitos de lesa humanidad en Argentina, que garantizara así la conservación de los perfiles genéticos de cada uno de los miembros de las familias que sufrieron el secuestro y desaparición de algún integrante y que depositaran sus muestras en él.

Desde su creación en 1987, por entonces dependiente del Poder Ejecutivo Nacional y con sede en el Servicio de Inmunología del Hospital “Carlos A. Durand” de la Ciudad de Buenos Aires, desarrolló una base de datos apoyada en muestras genéticas y realizó miles de análisis en niños/as sospechados de ser hijos de desaparecidos y de haber sido apropiados por represores. Como resultado de ese proceso se identificaron a la fecha más de 120 nietos.

En 2009 el BNDG pasó a funcionar como organismo autónomo y autárquico bajo la jurisdicción del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, a partir de la sanción de la Ley 26.548.
El traslado del equipamiento, los perfiles genéticos digitales, las muestras biológicas, los archivos, los legajos judiciales y los insumos a la nueva sede ubicada en Av. Córdoba 831 estuvo a cargo de los Dres. Héctor Targovnik y Víctor Penchaszadeh y contó con la presencia de veedores de diferentes organismos e instituciones.

Los servicios del BNDG para los fines establecidos por la ley son gratuitos. A partir de la promulgación de la Ley 26548, la institución dejó de hacer análisis genéticos a personas que no eran sospechadas de ser víctimas de crímenes de lesa humanidad, como pruebas de paternidad y otras de índole civil o criminal. La realización de tales pruebas de identificación genética de índole criminal está en la órbita de la Justicia, que las asigna a laboratorios de genética forense con los cuales tiene convenios.