Trátame suavemente

Por Laura Aramayo – Columna de Turismo

Siempre se ha escrito, estudiado y puesto la lupa sobre los turistas y poco y nada sobre los anfitriones, los residentes del destino turístico.

¿Quiénes son? ¿Cómo viven? ¿Qué hacen durante la temporada baja? ¿Les gusta el lugar en que viven? ¿Les gusta trabajar en turismo? ¿Les gusta recibir turistas?

En la localidad turística están los empleados que ocupan puestos de servicio en los alojamientos, restaurantes, comercios, oficinas de turismo a los que se consideran anfitriones activos porque están en contacto directo con el turista; pero también están los otros, los que se benefician tangencialmente del turismo cuyo contacto es escaso, pero existe (aunque no nos demos cuenta)

Lo cierto es que toda la comunidad debería estar organizada y capacitada para atender la demanda de esos individuos que nos han elegido para disfrutar de sus vacaciones y nos permite generar una actividad económica potencialmente sustentable.

Un buen Anfitrión Turístico, en definitiva, contribuye con la correcta atención del turista y con su accionar beneficia a todo el destino intentando lograr la fidelidad del turista.

Pero el habitante/anfitrión está inmerso en un sistema que sintéticamente y sin entrar en tecnicismos está conformado `por los actores que participan en un destino turístico son el sector privado, el sector público, los turistas y por supuesto la comunidad.

Estas cuatro patas básicas deben trabajar en forma fluida y armónica para poder obtener resultados a largo plazo.
Todos tenemos un rol en el desarrollo de la actividad turística, y básicamente cuando es nuestra actividad económica principal como comunidad: El estado debe ser soporte de un Plan para la Ciudad a través de las funciones que le competen: desarrollo de Infraestructura e instalaciones, y garantizar la seguridad jurídica de las inversiones y acciones o políticas de estado al respecto. El sector privado de desarrollar fielmente su actividad, como comercializadora de productos, prestadora de servicios y como generadora de empleo. Y el ciudadano común, cada uno de nosotros, debe ser el mejor anfitrión.

¿Y SI MIRAMOS AL CLIENTE INTERNO? ¿Y SI MIRAMOS A LA COMUNIDAD?

Si lo queremos ver desde una faceta empresarial y desde el punto de vista del marketing, la ciudad turística tiene un cliente externo (turistas) y uno interno (sus habitantes).

El cliente interno, es al que primero deberíamos mantener satisfecho. Un habitante conforme y comprometido con su lugar será el primero en transmitir las políticas, planes o información que desemboquen en el bien común.

A partir de aquí me tomo la libertad de hacer un paralelismo entre la empresa y el destino turístico.

Entonces si consideramos al destino como una empresa, los turistas son los clientes y la población local los “clientes internos”

Los habitantes y anfitriones turísticos de General Alvarado necesitan que atiendan las necesidades de su vida cotidiana, que le generen bienestar y seguridad todo el año, no solo en alta temporada, y también pienso no tan solo el que habita la ciudad sino aquel que paga sus impuestos por ser propietario o tener algún tipo de inversión en el distrito. Porque si no podemos obtener calidad de vida en la cotidianeidad del invierno triste, frio, melancólico, poco productivo y sin la atención del estado en lo que le corresponde…¿estaremos de humor para la temporada alta para sonreír a nuestros visitantes? O acaso miraremos con desagrado al otro porque nos sentiremos ciudadanos de segunda (ya que las obras se hacen “para los turistas”. Y para sumar una grieta más, últimamente vemos a ese otro que quiere invadir nuestras fronteras y contagiarnos de COVID-19 con desconfianza.

¿Por qué nunca entendimos ni queremos entender que el Turismo puede ser el eje de nuestro desarrollo económico todo el año? ¿Por qué no se trabaja informando a la comunidad sobre nuestros recursos y como tratar a los visitantes? ¿Por qué no se atienden las necesidades de la comunidad en baja temporada?

Al fin y al cabo, la población local es sumamente importante en un destino. Si ellos no están motivados ni satisfechos con el turismo y con los beneficios que este les puede aportar, los visitantes lo van a notar. Y esto es un círculo en el que se ve impactado económica, social y ambientalmente.

No existe el turismo sin turistas, y no existe un anfitrión sin turistas, y tampoco un turista sin anfitrión, porque lo necesita para servirse de sus capacidades y servicios.

Pero quiero ir más allá, ser anfitrión no es una profesión sino una actitud de servicio comunitaria. Es la cara y la voz del destino.

Hay muchos que no conocemos nuestras localidades, que por más que la recorramos siempre nos queda un lugar o una historia por saber. Y una comunidad que desconoce sus propios tesoros, su patrimonio natural y cultural y que está escasamente informada de sus problemáticas ambientales, es una comunidad que poco podrá hacer para mejorar su calidad de vida y que se estará perdiendo la oportunidad de disfrutar de sus propios atractivos, aquellos por los que los turistas hacen kilómetros para conocerlos.

Y terminando, en alusión al título, que seguramente al leerlo les ha traído a la mente la canción que Soda Stereo popularizo y que Daniel Melero escribió en plena guerra de Malvinas, en la que al plasmar “quiero que me trates suavemente” quiso decir “no tortures al pueblo”.

No quiero ser tremendamente extremista pero la comunidad de General Alvarado necesita que la “traten suavemente” para poder mirar al otro de la misma manera.