Palabras del Padre Segovia – “La Inteligencia de la fe”

Padre Hugo Segovia
Por Padre Hugo Segovia.

En la carta que el Papa Francisco envió a monseñor Víctor Fernandez, al nombrarlo prefecto del dicasterio vaticano de en Doctrina de la Fe, le recomienda una tarea tan valiosa como es “custodiar la enseñanza que brota de la fe para dar razón de nuestra esperanza pero no como enemigos que señalan y condenan.

El dicasterio que presidirás, en otra época, llegó a utilizar métodos inmorales. Fueron tiempos donde, más que promover el saber teológico, se perseguían posibles errores doctrinales. Lo que espero de vos es, sin duda, algo muy diferente…” se trata de aumentar la inteligencia y la transmisión de la fe al servicio de la evangelización de modo que su luz sea criterio para comprender el significado de la existencia sobre todo frente a las preguntas que plantean el progreso de las ciencias y el desarrollo de la sociedad. Cuestiones que, acogidas en un renovado anuncio del Evangelio, se convierten en instrumentos de evangelización porque nos permiten entrar en conversación con el contexto actual en lo que tiene de inédito para la historia de la humanidad”.

Días antes, el 19 de junio, se publicó una Carta Apostólica del Papa sobre el filósofo y teólogo francés Blas Pascual con motivo de cumplirse ese día, el cuarto centenario del nacimiento del mismo en Clermont. El documento se denomina “Sublimitas el miseria omines” y en él Papa, atento a cuento ocurre en el mundo, a partir de la figura y la obra del gran pensador, llama a los cristianos a anunciar a Jesucristo poniendo a la Sagrada Escritura como centro y clave.

La llama “buscador incansable de la verdad, pensador brillante, atento a las necesidades materiales de todos, enamorada de Cristo, cristiano de nacionalidad excepcional y de inmensa e inquieta inteligencia”.

LA LECCION DE PASCAL

La gran lección de Pascual para nuestro tiempo, afirma el Papa “nos acompaña en el camino de la búsqueda de la felicidad verdadera que es, según Pascal, el don de la fe, nuestra humilde y gozoso reconocimiento del Señor que murió y resucitó.

Pascal que vivió solo 39 años, llegó a la fe en 1654 vivió en un siglo de muchos progresos científicos y se mostró como un incansable buscador de la verdad, siempre inquieto atraído por nuevos y lejanos horizontes”, pero no dejó atrás los problemas sociales y no se cerró a los demás ni siquiera durante su última enfermedad de la cual dejó: si los médicos dicen la verdad y Dios permite que me recupere, estoy decidido a no tener otra urgencia que la de poner mis energías en las obras de misericordia”.

“Conmueve, dice el Papa que un pensador brillante como él no viera otra urgencia más que en ello porque el único objeto de la Escritura es la caridad”.

Así le parece al Papa poner de relieve que en su pensamiento y en su vida estimula a los cristianos de nuestro tiempo y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad en la búsqueda de la verdadera felicidad.

Sigue siendo Pascal un compañero, nuestra búsqueda de la verdadera felicidad y según el don de la fe, nuestro humilde y gozoso reconocimiento del Señor muerto y resucitado.

Pascal había llegado, dice el Papa, a la certeza de que no conocemos solo a Dios a través de Jesucristo sino que no nos conocemos a nosotros mismos.

Parece escuchar palabras del documento conciliar “Gaudium et spes” del Concilio Vaticano II.

DIOS Y LA VERDAD

El gran pensador francés, dice el Papa, habló en forma admirable de la condición humana no solo por ser especialista, en costumbre humanas sino como hombre puso a Jesucristo y a la Segunda Escritura en el centro de su pensamiento porque había llegado a la certeza de que no solo conocemos a dios a través de Jesucristo sin que nos conocemos a través suyo a nosotros mismos”.

“Dios y la verdad son inseparables” enseñó Pascal pero asimismo, fuera de la perspectiva del amor, no hay verdad de que tenga valor”.

Notable es el texto cuando nos dice que la inteligencia y la fe de Pascal quisieron mostrar que el cristianismo es venerable porque ha conocido bien al hombre y también es amable porque promete el bien verdadero. Pueden así avanzar a través de las tinieblas y las desgracias de este mundo”.

Temas que tienen una enorme actualidad no obstante haber pasado cuatro siglos de que fueron escritos. Por eso, destaca el Papa, que pueden ayudar la lectura para “ponernos en la escuela de “un cristiano de excepcional nacionalidad porque supo dar explicación de un orden establecido por el don de Dios por encima de la razón”.

El documento habla también de lo que Pascal llamaba inteligencia intuitiva que es, junto con la razón, camino del conocimiento: el corazón.

Sin la sabiduría del discernimiento podemos convertirnos en marionetas a merced de las tendencias en boga. Y por eso que la inteligencia y la fe de Pascal nos pueden ayudar a atravesar las desgracias y las oscuridades del mundo. Se ha hablado con admiración de Francisco que, por segunda vez, la primera fue con Dante Alighieri, dedica una Carta apostólica a un laico no canonizado.