
Psicología de un saqueo. El caso del Hotel Boulevard Atlántico de Mar del Sud.
¿Qué lleva a saquear un edificio declarado Monumento Histórico Municipal? ¿Qué lleva a su propietario a vender o regalar sus piezas protegidas por ordenanzas municipales? ¿Qué lleva a una sociedad a ser indiferente al saqueo del edificio? ¿Qué lleva a un municipio a ser cómplice de la situación?
La historia de la arquitectura hotelera para los centros de veraneo de fines del siglo XIX en la Argentina posee un elemento distintivo que se han repetido a lo largo del tiempo: la destrucción de sus edificios. La mayoría de ellos han desaparecido fruto de cambios sociales y culturales que llevaron a un lento declive que luego mutará en destrucción y saqueo.
Mantener edificios cuya explotación comercial da rédito durante pocos meses al año ha sido desde siempre una tarea compleja. Si a ello le sumamos sus características constructivas y proyectuales, que en la mayoría de los casos no han podido adecuarse a las necesidades actuales, han determinado su difícil subsistencia en el tiempo.
Al día de hoy son muy pocos los edificios que perduran, entre ellos el Hotel Quequén de 1895 y el Hotel Boulevard Atlántico de Mar del Sud, cuya construcción se iniciara en 1889. Edificios semejantes han desaparecido para siempre como el Hotel Bristol de Mar del Plata (1888), El Tigre Hotel (1888), el Liverpool (1890) de Necochea, etc.
A partir de principios de 2012 se dio comienzo al desmantelamiento del contrafrente del hotel, Monumento Histórico Municipal de General Alvarado.
Si bien desde siempre su “propietario” ha vendido piezas del hotel nunca se lo había hecho en tamaña escala. Desde ese entonces, y ante la indiferencia general, se ha continuado ininterrumpidamente el expolio. Esto se ha ampliado al resto del edificio escondido en proyectos que intentan ponerlo en valor burlando las leyes y ordenanzas existentes que protegen al edificio. Este trabajo pretende dar respuestas que permitan comprender lo sucedido.
El Hotel Boulevard Atlántico de Mar del Sud es quizás uno de los últimos exponentes en pie de la arquitectura hotelera para los centros de veraneo de fines del siglo XIX de nuestro país.
Ubicado a 17km al sur de Miramar, Provincia de Buenos Aires, este edificio se ha convertido en el mayor referente patrimonial del Partido de General Alvarado y en la principal atracción turística de la localidad.
Construido a partir de 1889 a instancias del Banco Constructor de La Plata, la quiebra del banco, el suicidio de su director principal y los distintos cambios de manos en la propiedad del bien determinarán que recién sea habilitado en las primeras décadas del siglo XX.
Si bien no fue un hotel de lujo, su aislamiento conspiró a que pudiese ser dotado de mejores materiales y sistemas constructivos. Este hecho contribuirá también a que se mantuviese incólume a través del tiempo.
La calidad y simpleza del proyecto arquitectónico sea quizás uno de los mayores legados del edificio. Pese a las modificaciones sufridas, ha mantenido sus líneas originales las cuales debieran ser preservadas.
El valor del edificio no sólo radica en sus características arquitectónicas ya que también fue el primer alojamiento, entre enero y abril de 1892, de un grupo de inmigrantes judíos rusos conocidos como los “Pampistas”, que serán la génesis de las colonias judías de la Provincia de Entre Ríos.
Entre los años 20’ y fines de los 40’ el edificio se convertirá en una alternativa a las propuestas hoteleras que proponían Mar del Plata, Miramar y Necochea. Si bien a mediados de los 30’ el hotel fue completamente restaurado, con el transcurrir del tiempo las inversiones y mejoras fueron menores alejando al edificio de los requerimientos hoteleros básicos necesarios para funcionar.
Las dificultades de manutención, los problemas legales y en especial el problema de su dominio han sumido al edificio en un estado ruinoso, el cual se ha visto incrementado con el paso de los años. Estos hechos determinaron, a principios de la década de los 90’, su clausura definitiva, su posterior intrusión y la restitución a su histórico “propietario” en el año 1996.
A partir de entonces, y ante su falta de medios para mantener el hotel, quedará sumido en el abandono y la decadencia.