
Ignacio “Picu” Marque, líder de Tarpuy, realiza un admirable trabajo en General Alvarado y la zona por la difusión de la agroecología. Uno de los proyectos que está desarrollando en nuestro Distrito con los canteros comunitarios: un espacio que vincula la promoción de la alimentación saludable y la medicina natural con prácticas de integración social para toda la comunidad.




-¿En qué consisten los canteros comunitarios y cuántos hay actualmente en General Alvarado?
En realidad, esta idea surge del intendente de General Alvarado, Sebastián Ianantuony. Hace ya un año y medio o dos me dijo si quería participar de esta iniciativa que es empezar a embellecer y a fomentar la producción de alimentos en lugares públicos. Esto viene de una idea de un pueblito en Inglaterra dedicado a la minería, que cuando se agotó ese recurso comenzaron a buscar alternativas. Los vecinos vieron la posibilidad de producir alimentos en espacios públicos y se generó una red de voluntarios: los bomberos, los policías, las escuelas, etc. para realizar los riegos. Llegaron a hacer canteros, hasta en el cementerio. La idea, con este cambio de paradigma, de producir nuestros alimentos de una manera sana y sustentable, fue empezar a hacer canteros demostrativos en la ciudad de Miramar.
Hoy en día hay dos canteros en el hospital, uno grande en la Bienal, uno grande en el Parque Bicentenario. Terminamos de armar dos en el CAP del Barrio Oeste. Mañana vamos a armar uno en Otamendi. Tenemos la idea de preparar un par en Mar del Sud también. Después están los canteros institucionales como la Casa de Natalia Melmann, el Centro de Salud Mental.
-¿Cuáles son las especies que se cultivan?
Las especies a cultivar depende de la época del año. Están las especies de primavera/verano que ya hemos sembrado y cosechado como: acelga, tomate, lechuga, morrón, berenjena, perejil, rabanito y ahora viene lo que es de otoño/invierno que es espinaca, acelga, brócoli, rabanito, remolacha, cebolla, puerro, etc. Eso es un poco lo que se hace de estación que son cultivos anuales, ósea que cumplen un ciclo en el año y después vamos mechando en el cantero con lo que son aromáticas y medicinales que se mantienen varios años: lavanda, romero, salvia, ruda, etc. con la idea de fomentar la medicina natural. Por ejemplo: un dolor de panza se puede aliviar con un té de cedrón, con lavanda se puede hacer un té relajante. Se conecta la alimentación sana que ya es medicina y plantas medicinales que nos ayudan a disminuir el consumo de la industria farmacéutica y sus efectos secundarios.
-Actualmente hay una gran aceptación en la población por la medicina natural, ¿a qué crees que se debe ese cambio?
Yo creo que cada vez hay más conciencia de la sociedad, entendiendo que la alimentación es la base del bienestar, si nos alimentamos bien nos equilibramos de una manera natural y prescindimos de los remedios. La sociedad está más concientizada en el medioambiente, en el cuidado de las tierras, para que no se agoten. También se empiezan a ver los efectos directos de esta forma de alimentarnos inadecuada.
En generaciones anteriores era más común tomar una pastilla para la presión, una para el colesterol, una para la diabetes, y los jóvenes de hoy estamos buscando llegar a esas edades de una manera más armónica sin la necesidad de estar ingiriendo diariamente medicamentos.
Las personas están buscando alternativas a lo convencional para poder estar bien. También en terapias como la astrología, la medicina aryuvedica, etc. En esa búsqueda, las personas quieren generar cambios positivos en la sociedad para ir buscando resultados naturales.
-Otro cambio importante es que antes, en vez de sembrar plantas para decorar en los canteros, se siembren alimenticias y medicinales, ¿cómo lo toma la población?
Los vecinos y vecinas en general están muy contentos. Más desde el lado institucional o municipal había áreas donde decían: “se pueden robar todas las plantas”, pero no pasó y después hacía ruido que en vez de plantas ornamentales y “lindas” haya alimentos. Eso se va rompiendo y es otra manera de embellecer los espacios. Las personas pueden trasladar la idea de un cantero chico en un espacio publico a sus hogares. Les da la visión y la posibilidad de animarse a replicarlos. Ni hablar cuando hacemos algún taller y les podemos transmitir lo productivos que son los canteros a la población.
-¿Qué aceptación tienen estos canteros entre los vecinos? ¿Se les enseña a cuidarlos?
De los vecinos hay una excelente aceptación, una muy linda participación. Hay vecinos y vecinas que riegan los canteros. Les enseñamos a cuidarlos y es una transmisión diaria porque me ven a mi que me acerco a cuidar los canteros y charlamos. Vamos aprendiendo en conjunto, porque, de todos modos, mantener canteros agroecológicos es algo nuevo. Lo interesante es que cada vez se genera más compromiso de la comunidad. Por suerte se cosecha de una manera sustentable. No he visto que arrasen con los canteros y no quede nada, sino que van a cosechando parte de los alimentos y a cambio riegan. Los vecinos se transmiten entre si la manera de cuidar estos canteros y se produce un trabajo en comunidad.
Señoras mayores que tienen muchos saberes ancestrales nos enseñan como elaborar cierta medicina natural, como por ejemplo el té de ajenjo. En estos espacios vuelven a surgir saberes que teníamos olvidados.
-¿Cómo se eligen los lugares estratégicos donde se van a armar los canteros comunitarios? ¿Los vecinos pueden proponerlos?
Sí, pueden. Por ejemplo, el último que armamos que fue en el Centro de Salud, varias enfermeras y médicas del lugar estaban interesadas en que en la parte de pediatría se fomente la buena alimentación: salir de los excesos de hidratos de carbono, y revalorizar la verdura. Esa fue una demanda de ellas.
En el hospital sentíamos que era una opción interesante y representativa de que más allá de que pertenece a la Municipalidad y que se maneja con medicamentos, también se vea ahí afuera otra alternativa.
La clave para promover nuevos canteros es que haya una salida de agua cerca por el tema del riego. En la Bienal, por ejemplo, hay una salida de agua muy cerca y concurren muchos jóvenes.
Como es un proceso no podríamos llenar hoy de canteros por el tema del mantenimiento y porque los recursos son limitados, más allá de que hay muchos voluntarios. La idea es hacerlo gradual para que el cambio se vaya consolidando.
El armado de canteros viene relacionado con un programa que estamos llevando a cabo de agricultura urbana agroecológica.
-¿Cuáles son los próximos proyectos relacionados con los canteros comunitarios?
En la Casa Natalia Melmann, que es una huerta institucional con varios canteros, va a ser dos años que estamos haciendo el Taller de Huerta y Yoga, un espacio más terapéutico donde las mujeres que acuden están en situación de violencia de género. Ahí armamos hace poco un cantero nuevo (hay 3) y conseguimos a través de Medioambiente un subsidio para materiales, y la idea es agrandar.
En Salud Mental estamos haciendo plantines de estación: como puerro, cebolla, arvejas, habas primero para que se lleven los usuarios del espacio a sus casas y después si vemos si la idea se consolida empezar a hacer más canteros en Salud Mental. También, la idea es expandir los canteros en todo el Partido y armar nuevos en Otamendi, Mar del Sud y Mechongué. En Miramar la idea es aumentar la cantidad y hacer talleres en vivo.