
Por Hector Damian Toraf ([email protected] ) Abogado- Derecho Deportivo.
Cuando hablamos de deporte no cabe duda de que la gran mayoría de la población piensa en el futbol, pero no es lo único que se practica. El deporte nos atrapa, lo practiquemos o no, forma parte de nuestra sociedad, de nuestra vida cotidiana no distingue ni raza, ni sexo, ni religión, ni país.
El deporte engloba muchas prácticas deportivas y diversas maneras de entenderlo, por eso a lo largo de este articulo nos centraremos en comprender los tres modelos característicos del deporte (competitivo, recreativo y educativo).
Comencemos con observar la definición de Deporte que realiza Claudio M. Tamburrini en el libro “¿La Mano de Dios?. Una visión distinta del deporte” en donde lo establece como “un juego de carácter competitivo, que comprende (predominantemente) destrezas físicas y que es practicado ampliamente durante un periodo prolongado de tiempo, al menos lo suficientemente prolongado como para permitir el desarrollo de una praxis con sus propios expertos, entrenadores, jueces, instituciones, etc.”.
Ahora bien, esta definición, de carácter general, nos hace pensar varias condiciones que debe tener el deporte para ser practicado, quizás la mas importante que se observa es el requerimiento competitivo y físico, entre otros.
Estas condicionalidades están claras cuando se observa el deporte profesional, en contraposición al deporte amateur o aficionado. Pero ¿cuándo un deportista es profesional y cuando es amateur/aficionado?
Para responder a este interrogante, diremos que un atleta es profesional cuando recibe dinero por su actividad deportiva ya sea de manera directa (contrato de trabajo) o indirectamente (contrato de patrocinio o publicidad) y será amateur aquel que practica su actividad deportiva sin recibir ninguno de los beneficios anteriormente mencionados.
Como podemos observar estamos ante una de las tres características (modelos) del deporte, el llamado deporte competitivo en donde los atletas son profesionales y su actividad deportiva esta jerarquizada.
En su articulo “El Deporte: ¿Reproductor o transformador del sistema social?”, Santiago H. Pecile y Antonio Garcia, afirman que este “modelo es representante directo de una cultura burguesa, aristócrata y meritocrática”. Pensar en un modelo así, es fomentar valores que son generalmente impuestos como modelos a alcanzar y que son en su mayoría inalcanzables, estudios demuestran que es una minoría la que puede acceder a este modelo. El deporte competitivo es el que mayor presupuesto recibe de los estados pero es a la vez cerrado, exclusivo y expulsor de aquellos que no pueden acceder porque no reúnen los requisitos para competir.
Otro modelo es el llamado deporte recreativo, que comprende las actividades deportivas que tienen como fin la diversión y la felicidad de quien lo practica sin importar el rendimiento, ni la destreza física ni la competencia. Podríamos decir que es una manifestación en contra de la discriminación y la exclusión que genera a veces el deporte; tiene como horizonte que la practica deportiva sea inclusiva, abierta y así promover la igualdad entre todos.
Santiago H. Pecile y Antonio Garcia, afirman en el mismo articulo antes mencionado que este modelo recreativo “permite en gran medida socializar el deporte y su práctica”.
El ultimo modelo que desarrollare es el llamado deporte educativo, aquí nos centraremos en el rol fundamental que realiza la institución educativa y como la misma implementa el deporte en su interior.
La función principal de toda escuela con relación a la práctica deportiva es determinar el rumbo que le dará a la enseñanza del deporte. Por un lado, si tendrá como principal característica transmitir la cultura y el desarrollo de las capacidades (priorizando lo educativo) o sea el llamado “deporte de la escuela” o si, por el contrario, priorizara lo competitivo, los resultados por sobre los procesos, el elitismo y la discriminación o sea el llamado “deporte en la escuela”.
Tendrá cada institución educativa, en base a la curricula escolar, la difícil tarea de organizar y elegir adecuadamente lo que más le convenga no dejando de lado la capacidad crítica y reflexiva característica esencial de la escuela.
A modo de conclusión dejo unas líneas escritas por José M. Cagigal en su obra “Cultura intelectual y cultura física” el cual nos dice “El deporte no es una panacea; pero, si no está condicionado por las apetencias hoy dominantes del éxito y del campeonismo ni tampoco interferido por los excesos de aprendizajes modelados, de taxonomías y supertecnicismos —los dos más graves peligros del deporte educativo de nuestro tiempo—, se ofrece como actividad saludable en la que el ser humano educando, además de vivir un presente fruitivo y autosuficiente, pone en desarrollo una serie de capacidades, físicas y psíquicas, que pueden serle útiles para el mundo del futuro, distinto o igual al presente, sorprendente o previsto”.