Bosque Energético, un nuevo sello editorial especializado en diarios íntimos

Creado por el miramarense Andrés Gallina y Eugenia Pérez Tomas. La pareja, que trabaja en el campo teatral, destaca el carácter de “papel privado, oculto, inconfeso” de los diarios.

Por la ruta 11 que conduce a Mar del Sud, en la ciudad de Miramar y a tan sólo 45 kilómetros de Mar del Plata, se accede a un sitio bastante particular conocido como Bosque Energético.

Se dice que tiene propiedades electromagnéticas y por eso los visitantes abrazan árboles o ejecutan la prueba de rigor colocando ramitas en forma de “T” que, sin ningún punto de apoyo, logran mantenerse en equilibrio. Los extraños fenómenos convocaron a turistas y a científicos de distintas disciplinas, pero el bosque funciona también como usina de relatos donde aparecen meteoritos, ovnis, gnomos, misteriosas figuras e incluso rumores sobre un cementerio indio. En ese lugar pensaron Andrés Gallina y Eugenia Pérez Tomas cuando tuvieron que elegir un nombre para su nuevo sello editorial especializado en la publicación de diarios.

Cuando se les pregunta por el bautismo, confiesan que se trata de un lugar importante para ambxs, aunque cada unx tiene su historia. Andrés nació y se crió en Miramar, mientras que Eugenia fue a ese bosque por primera vez a los 15 años. Durante el encierro en 2020 vivieron con su hija muy cerca del bosque y empezaron a soñar este proyecto alineado con el magnetismo del lugar. “En pandemia, la historia de ese bosque y la fuerza que despliega un meteorito sobre la tierra fue un cuento que le contamos a nuestra hija para ir a dormir, para pensar en otras vidas posibles y para mirar de frente el equilibrio misterioso de los árboles”, recuerda Pérez en diálogo con Página/12.

Andrés, por su parte, explica el test que suelen hacer los visitantes: se colocan dos palitos en forma de “T” sin ningún sostén y ahí quedan, unidos por la energía del lugar. “Nos gustaba esa imagen para pensar la editorial y fue a parar al logo: libros que hacen equilibrio juntos, que no se caen porque se sostienen entre sí. En Miramar también empezamos a imaginar un diario de registro sobre ese bosque, libro que nunca escribimos y que le cedió paso a la idea de una editorial de diarios con ese nombre. Nos gusta pensar que, antes que un proyecto editorial, Bosque Energético fue un libro inconcluso”.

Lxs dos se dedican a la disciplina teatral. Eugenia es egresada de la carrera de Dramaturgia (EMAD), magister en Escritura Creativa (UNTREF) y autora de numerosas obras.

Las dos últimas

–En lo alto para siempre y ¡Recital Olímpico!– fueron escritas junto a Camila Fabbri, y estrenadas en el Teatro Cervantes y en el Complejo Teatral de Buenos Aires. Andrés es doctor en Historia y Teoría de las Artes (UBA), se desempeña como docente, es colaborador editorial en Paripé Books (Madrid), y forma parte de la Compañía U junto a Alejandro Tantanian y Oria Puppo. Escribió Los días de la fragilidad y, junto a Matías Moscardi, Diccionario de separación. De Amor a Zombi (Eterna Cadencia, 2016) y Guía maravillosa de la Costa Atlántica, de próxima aparición por Penguin Random House.

-Bosque Energético es un sello independiente. Para ustedes, que también se desempeñan en el campo teatral, debe ser una palabra importante porque supone un modo particular de hacer arte y encarar proyectos, un modo que se apoya en lo colectivo. Además, es un proyecto familiar.

¿Qué importancia le dan a lo independiente, cómo lo entienden?

Eugenia Pérez Tomas: -Hay algo de la dinámica del quehacer teatral que aparece en nuestra forma de compartir los proyectos y de pensar juntxs. En principio, cierta horizontalidad que apareció en el deseo de convocar a personas admiradas para acompañarnos en el tránsito de hacer un libro. Trabajamos los libros desde muchas asociaciones vinculares y ese trabajo en grupo para mí siempre se parece a ensayar una obra de teatro.

Andrés Gallina: -Creo que Bosque Energético es otra forma de hacer cosas juntxs porque, en definitiva, siempre en la obra de unx está el otrx. Entendíamos que hacer una editorial en este contexto era un poco ir a contramano de, incluso, la estabilidad familiar, pero algo de ir juntxs hacia ahí también nos parecía un gesto vitalista en medio de un presente bastante crepuscular. Entonces, qué alegría, en clave independiente, habernos inventado este trabajo y estar, ahora mismo, leyendo a diario los libros que nos llegan.

El sello propone una especificidad: los diarios íntimos, género del yo por excelencia. ¿Quién no tuvo alguna vez la curiosidad de sumergirse en las páginas de una intimidad ajena? El catálogo incluye autorretratos, cuadernos de artistas, bitácoras de viaje, micrografías, pero también novelas camufladas en diarios y falsos diarios. “Nos encantan los diarios y quisimos hacer del género el corazón de este proyecto. Es bastante igualador: casi todxs, incluso quienes no escriben, alguna vez llevaron un diario.

Ahora, que estamos recibiendo muchos con la salida de la editorial, algo de eso se cristaliza materialmente. El diario tiene fama de género menor, de algo que se escribe en un archivo paralelo a la novela, durante el recreo de la escritura que importa. Quisimos celebrar esa minoría”, dicen, y destacan su carácter de “papel privado, oculto, inconfeso”. Por otro lado, les fascina la porosidad del género, “ese terreno lindante entre la confesión, el examen de conciencia, la observación, el registro fechado de la propia escritura, las ideas bonsái de libros futuros, el detalle inútil”, y celebran aquellos que son una mezcla de lista, mapa y confesión.

Las primeras novedades son Diario inconsciente (Santiago Loza) y Diario de los quince (I Acevedo). En el primero se consigna una experiencia de internación durante la juventud del dramaturgo y cineasta, mientras que el segundo es una suerte de coming of age, la experiencia adolescente atravesada por casetes y disquetes. Lxs editorxs definen el de Loza como “un libro frontal, a corazón abierto; un intento, mucho tiempo después, de ponerle palabras a un suceso que no las tuvo. Y, en lo personal, el libro de un amigo adorado”. Con Acevedo el camino fue diferente: llegaron al material gracias a Roberta Iannamico, quien ofició de celestina en este “hallazgo maravilloso” que definen como “un diario enérgico, que contagia, dan ganas de salir corriendo a escribir, a cantar, a hacer. Esa fuerza con la que I escribió en su adolescencia traspasa y de alguna manera se manifiesta en las adolescencias perdidas de todxs”.

-¿Cuáles fueron los diarios que más les interesaron? ¿Llevaron o llevan diarios personales?

A.G.: -Ahora mismo no llevo ninguno; planeo pero no escribo, la idea de registro diario me cansa de antemano. Como lector, pienso en algunos diarios recientes que leímos con Euge: los de Alberto Giordano, Fabián Casas (que es nuestro vecino), los de Rosario Bléfari y Al Álvarez, que tienen algún parentesco lejano con el próximo título de Bosque Energético: Diario de una guardavidas, de la poeta chilena Natalia Figueroa Gallardo.

E.P.T.: -Me gustan mucho los diarios de lxs artistas Louise Bourgeois y John Berger, que son un poco diarios, un poco bitácoras de oficio. Y La novela luminosa de Levrero, un texto mixto entre el proceso y la obra. Llevo varios cuadernos, a veces con mayor o menor continuidad. Me apoyo en los cuadernos personales. Y con Andrés hace un tiempo escribimos un diario de crianza que se llama Los recreos.

Algunos fragmentos salieron en el ciclo La Vida en Común que coordinó Agustina Muñoz para el Malba.