
No es exagerado decir que todos los caminos condujeron a Lisboa con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud que allí se efectuó del 1 al 6 de agosto.
No solo los caminos geográficos sino también otros caminos y por citar alguno los de los reclusos de Ferreira, Oporto y Coimbra donde los reclusos construyeron 150 confesionarios para el Parque del Perdón, ejemplo de una fe que no reduce a lo trascendente sino que empapa todas las realidades de la vida de los hombres.
Ya el lema de estas jornadas era una invitación a salir tomada de la cita evangélica que nos hable de María que sale de su casa para visitar a su pariente Isabel para acompañarla en su embarazo y para comunicarle la gran noticia de la que ha sido depositaria como era la encarnación del Hijo de Dios en su seno. Dice el Evangelio que partió sin demora tal como lo describe el Papa Francisco al llamarla Nuestra Señora de la Prontitud.
Ello también aquí remite a la proximidad geográfica de Lisboa con Fátima donde tuvo lugar uno de los momentos más significativos de la jornada.
Desde los tiempos de Pablo VI se había establecido que el domingo de Ramos era la fecha más indicada para una celebración juvenil y después se fue definiendo a nivel mundial hasta llegar a constituirse ya en tiempos de Juan Pablo II y a la luz de la intuición del cardenal Pironio en un encuentro mundial que se ha ido realizando en distintos lugares del mundo.
Imposible no recordar a lo que sucedió en Buenos Aires en 1987 en lo que podría llamarse su primera salida por los rincones del mundo.
AUDACES RUMBOS DE PAZ
Haciendo gala de su lenguaje tan personal el papa hablaba a su llegada a Portugal que “así como hemos capeado tormentas en el océano de la historia necesitamos audaces rumbos de paz… que sean para el viejo continente un impulso hacia la apertura universal”.
Hacía referencia a la guerra de Ucrania, al calentamiento global, al declive demográfico europeo instando a los jóvenes a tomar el relevo para construir, un futuro junto. “Sueño con una Europa, corazón de Occidente que emplee sus inmensos talentos en la tarea de encender luces de esperanza”… una Europa que recupere su corazón joven, mire a la grandeza, el todo más allá de sus necesidades inmediatas, inclusiva de pueblos y personas sin perseguir ideologías”.
Hemos dicho otras veces que cada viaje del Papa implica un mundo de ideas y vivencias que sería bueno transitar. Aquí lo hemos experimentado y solo podemos en este espacio referirnos a algunas de sus palabras que son la expresión de un estilo que nos complace en llamar bergogliano en el cual abundan las expresiones propias y también, como se ha dicho, con las palabras y hasta la entonación particular de nuestro pueblo “no solo por escucharlo en el español particular de este rincón del mundo sino porque los términos que usa provienen, muchas veces del lunfardo particular de Buenos Aires”.
AUDAZ Y RENOVADO COMPROMISO
Pero no solo eso sino también el recorrido por los diversos temas que hacen a la vida de los hombres y las mujeres, en este caso de los jóvenes, merece un análisis más allá de la crónica de los actos.
Escuchemos lo que dice a los universitarios: “ustedes son la generación que puede vencer el desafío, tienen los instrumentos tecnológicos y científicos pero, por favor, no caigan en la trampa de visiones parciales; necesitamos exponer el drama de la desertificación en paralelo al de los refugiados, el tema de las migraciones junto al descenso de la natalidad, necesitamos ocuparnos de la dimensión material de la vida dentro de una dimensión espiritual” “es necesario redefinir lo que se llama progreso y evolución porque en nombre del progreso se ha abierto el camino a una gran regresión”.
En el encuentro con los obispos en el famoso monasterio de los Jerónimos de Lisboa trató del doloroso tema de los abusos, tremenda realidad que tanto perjudica a la Iglesia. No pasó por Portugal sin encontrarse con víctimas de la pedofilia.
El Vía Crucis ante la multitud así como la incursión en el lugar emblemático de las apariciones merecían un espacio mayor por todo lo que significan y comprometen a los jóvenes a un audaz y removido compromiso por la ley. Allí también se oró por y con jóvenes enfermos, discapacitados y prisiones.
“Ustedes jóvenes que quieren cambiar el mundo y que quieren luchar por la justicia y por la paz, no tengan miedo”… siento también, ya viejo, el deseo de compartir con ustedes un sueño que llevo en el corazón, el sueño de la paz”.
Desde ese río Tajo invitaba a la multitud a ser “surfistas del amor, desafiando todas las olas como afrontando en este evento mundial, las olas del amor, en las olas de la caridad.