Ayer, hoy y siempre: “Peregrino de la amistad”

Padre Hugo Segovia
Por Padre Hugo Segovia.

“No saben hasta qué punto es difícil. A veces hay que tener sentido del humor. Así el Papa Francisco respondía, en el avión que lo llevaba a Mongolia, a un periodista que le preguntaba sobre la situación de la Iglesia con China. Sin duda que tanto la problemática China como la rusa tienen mucho que ver con este viaje que es el 43 llevado a cabo en estos diez años de pontificado.

Un texto del Concilio Vaticano II nos ayuda a leer en profundidad los alcances de este viaje. Allí se nos dice que si bien la misión de la Iglesia es esencialmente espiritual, de ella se desprenden siempre consecuencias que tienen que ver con las realidades políticas, sociales y culturales de los hombres.

Por ello no se concibe una Iglesia que mire al cielo sin poner los pies en la tierra como tampoco una Iglesia absorbida por los quehaceres temporales desprendida de la trascendencia.

Mongolia es una nación habitada por tres millones de habitantes donde son católicos apenas mil quinientas personas. Veinticinco sacerdotes, sólo dos oriundos y treinta y tres religiosas son responsables de la tarea pastoral encabezados por el Vicario Apostólico Georgio Marengo, italiano y miembro del Colegio Cardenalicio del cual es el más joven.

El Papa Francisco, que ha puesto de moda la expresión de las periferias geográficas y existenciales, también las asume y nos hace reflexionar también sobre el futuro de la Iglesia que, se dice, se encuentra en Asia.

PAZ Y HERMANDAD

Mongolia fue parte del imperio de Gengis Kan y desde el siglo VII encontramos huellas cristianas de ese imperio Mongol con el cual, ya en el siglo XIII, la Iglesia ha tenido contactos que se hicieron más importantes en 1992.

Mongolia es un territorio que equivale a cinco provincias de Buenos Aires y cuya capital, Ulán Bator, tiene las características compartidas por muchas grandes ciudades donde se dan los contrastes sociales y a los cuales aludió el Papa así como la corrupción reinante en tantos lugares y el cuidado del medio ambiente.

El Papa viajó a Mongolia no solo por la pequeña comunidad católica residente a la que ofreció “aliento y esperanza sino también para promover la paz como “hermanos de todos”.

Una misa en la capital, celebrada en un estadio de hockey sobre hielo para la minúscula comunidad católica del país fue la ocasión de celebrar una misa bajo una gigantesca cruz de madera, colocada para la liturgia permitió que muchos mongoles participaran y escucharan, en su propio idioma, al Papa diciendo “gracias” en la forma familiar que utilizan.

Allí el Papa les dijo que “todos somos nómades de dios, peregrinos en busca de la felicidad, caminantes sedientos de amor”.

Había también hablado a los misioneros católicos animándolos a vivir en la esperanza así como en un encuentro con judíos, hinduistas, ortodoxos rusos, mormones, chamanistas y musulmanes en una tradicional “yurta”, vivienda histórica utilizada por los nómades en Asia Central.

EL PROYECTO PASTORAL

Así puedo decir que las tradiciones religiosas, “con su institución y su diversidad, tienen un potencial impresionante de beneficio de la sociedad” sobre todo en una región donde imperó durante más de medio siglo el ateísmo oficial.

También es de notar lo que predicaba al auditorio congregado en la misa central de esta peregrinación: “todos somos nómades de Dios, en busca de la felicidad eterna, caminantes sedientos de amor”.

También hizo un elogio de la sabiduría y rica y antigua cultura de Mongolia, país donde la ganadería y la agricultura son respetadas frente a los delicados equilibrios del ecosistema”.

Peregrino de la amistad se definió el Papa que no descansa y que ya está preparando un próximo y cercano viaje, esta vez a Marsella donde se reunirán los representantes de los países mediterráneos que afrontan el crucial problema de los migrantes.

No tan lejana Francia, un país que lo afronta como los otros de la cuenca mediterránea.

Será en vísperas de la intensa actividad que comprenderá el Consistorio cardenalicio de fines de septiembre, antesala al Sínodo sobre la sinodalidad en su primera edición y clave para entender su proyecto pastoral.

De este viaje a Asia los medios han dado preferencia a la intención del Papa Francisco por entrar en contacto con China.

Allí mismo entre las referencias explícitas o insinuadas a la gran nación aparecen gestos llamativos que ojalá conmuevan a los políticos chinos que, providencialmente tienen como cabeza a alguien, Xi Jinping, que fue elegido en los mismos días en que Francisco accedía a ser obispo de Roma.