Ayer, hoy y siempre: “No quedarse sentado”

Padre Hugo Segovia
Por Padre Hugo Segovia.

“Hoy hemos visto en el diario la fotografía de una peregrinación de jóvenes llevando por turno una gran cruz pesada, llegados a pie tras largas etapas extenuantes con escalas de reflexión durante 400 km hasta Roma, la ciudad central de nuestra religión, a la vista de la cual aquel grupo, cansado y feliz, se puso de rodillas con los ojos fijos en la meta, o mejor, el punto de partida de la renovación y reconciliación.

¿Será éste un signo de la nueva generación? ¿La generación joven se coloca de nuevo a la vanguardia de la esperanza y la valentía? ¿La vanguardia de todos nosotros?

¡Esta es la invitación! ¡Vengan a mí todos ha dicho el Señor! (Mt 11,28)

Estas palabras llenas del estilo del Papa Pablo VI, fueron pronunciadas el 10 de agosto de 1975 y nos salen ahora al encuentro de estas vísperas de la primavera y cuando ya se escuchan los ecos de la gran peregrinación de los jóvenes que desde hace medio siglo se lleva a cabo en la primera semana del mes de octubre.

Esas palabras de Pablo VI expresaban sin anhelo y, si bien están lejos de convertirse en realidad nos alienta la reciente celebración de la Jornada mundial de la Juventud en Lisboa, y el anuncio de la próxima edición que se llevará a cabo en Ciudad del Cabo con lo cual se quiere también mostrar la universalidad de estas convocatorias porque él envió de Cristo a los apóstoles es a todos los pueblos y a todos los humildes.

SOMOS PEREGRINOS

También entre nosotros la llegada de la primavera trae consigo el despertar de la naturaleza y mueve a las personas a emprender peregrinaciones que son también el preludió de una vivencia de una fe que no se queda sentada sino que emprende caminos como decimos en aquella canción que nos decía “vamos ya, que esa voz nos llama por difíciles caminos a seguir y se hacen los caminos al andar”. Como Jesús, María y José que subieron en peregrinación a Jerusalén al encuentro de Dios, el Padre, los cristianos por la fe y el bautismo, han sido hechos miembros del nuevo Pueblo de Dios que es la Iglesia. Asimismo, estas peregrinaciones nos llevan al encuentro del señor con el corazón abierto a El y a los hermanos.

Y si bien la peregrinación es solo un día siempre somos peregrinos.

Antes de la peregrinación los cristianos oramos a Jesús que mandó a los apóstoles ponerse en camino para elevar a todos partes la Buena Noticia de su amor y agradecerle porque, gracias a ellos, su Evangelio ha llegado a nosotros y nos sentimos felices de que nos haya elegido como sus cooperadores por el bautismo.

El camino nos pone contentos porque nos hace tomar conciencia de nuestra responsabilidad respecto de su Palabra y así Ella encuentra un terreno propicio en nosotros y pueda fructificar el ciento por uno.

Pedimos en la peregrinación que nos ayude para que elevemos a todos los lugares por donde pasamos la noticia de la paz, alegría, la fraternidad.

AGRADECER Y PROLONGAR

Recordando la peregrinación a Egipto pedimos que las molestias e inconvenientes del camino nos la hagan sobrellevar.

Y nuestra alegría será saber que, con seguridad, está el Señor con nosotros porque es fiel a sus promesas: “donde dos o tres o más están reunidos en su nombre, El está en medio”.

En todas las partes lo encontramos porque nos ha dicho que camino, verdad y vida y es muy grande la felicidad que se siente al volver al punto de partida y cantar a los nuestros la experiencia que vivimos en la ruta.

Desandamos el camino del pecado cuando peregrinamos y por eso superamos las dificultades.

La peregrinación es un regalo por las nuevas perspectivas que nos brinda, por la amistad que hace surgir entre los que participan y por la alegría de la reconciliación que nos concede.

Al regresar de la peregrinación es preciso no perder el cúmulo de gracias conseguido y pedir la perseverancia como el mejor modo de agradecer y prolongar lo vivido.