Ayer, Hoy y Siempre

Padre Hugo Segovia
Por Padre Hugo Segovia.

PADRE HUGO SEGOVIA

Vivir la vida con todo el alma

Después del ajetreo de los festejos del nuevo año, el lunes 2 de enero me encuentro con lo que sería mi primera lectura de 2023 y que sin pensarlo, vino a constituirse en lo que puedo llamar sinfonía para empezar un año.
Aunque han pasado casi dos meses he querido que esa lectura fuera compartida por quienes me acompañan en esta experiencia semanal que ha llegado a las mil ediciones.
Han pasado veinte años desde aquel intento que comenzó a gestarse en 2003.
Comenzar el año cumpliendo sueños me identifica con el chico del que habla Facundo Arana en la preciosa entrevista que le hace Pablo Gorlero: “a los cincuenta años ya no pienso que Dios me regala tiempo: lo disfruto”.
Habla de aquel chico de la película de años 50, “El globo rojo” de A. Lamorisse y a mí, sin haberlo imaginado, me llega al comenzar un año y se une al bagaje que el Papa Francisco ha enriquecido con sus sueños.
Arana, dice Gorlero, “un buen tipo, macanudo, que tiene una virtud: Cumple sueño que le salen y le aparecen sin planearlo”. Viene a convertirse en primicia auspiciosa para el diario ejercicio de las idas y vueltas del año empezado.
Aquel chico solitario que se sentaba en la última fila de la clase y al que le pone una mano en el hombro diciéndole: yo también estuve así toda mi vida, no aflojes, lo que sea que está pasando ahí. No vale soltar. Es el eslabón de cincuenta años guiñándole el ojo de aquel joven “muerto de ansiedades”… pensando si es posible construir una vida en la que yo quisiera estar toda mi vida y siempre con el mismo saxo”.
Dejar de contar cuando se vive la vida desde lo mágico es como un fruto que crece” “tocar el saxo y un día una banda y tocar en el Luna Park o en un escenario de Rusia o Israel”.
El ego ya tiene mucho de comer… sobre todo ahora me agarra la sensación del ahora o nunca” y aparece el tema del Everest que ya había mostrado cuando, varios años atrás, representó en Mar del Plata “Poder se puede” que hacía con Nicolás Scarpino y que llamó la atención también porque una parte del importe de la entrada se destinaba a una organización comunitaria.
Una ramita más de lo que quiero hacer con mi arte: actuar, cantar, tocar, escribir, dibujar y la historieta nutría todo pero no estaba hecha pero fue inesperada, muy importante para mi vida… la idea de la edad es un regalo que viene desde hace mucho tiempo. Yo no pude creer llegar a los 20, a los 30 siempre pensaba que Dios me regalaba días, años pero yo dejé de contar y me dediqué a disfrutarlo. Accidentalmente fue una buena forma de vivir la vida con toda el alma. Todo el tiempo estoy pensando que el reloj corre más rápido para mí”.
En febrero me llamaron de Eslovaquia para ir a sorprender a una actriz famosa que nació viendo nuestra tele novelas y le preguntaron cuál sería su sueño y respondió “que me salude Facundo Arana”… luego me llamaron para bailar.

Los pequeños milagros

Pero hay también otro aspecto que me hace reconocer tanto esta entrevista y es mi reencuentro con Juan Carlos Quattordio.
No tenía noticias de él desde hace mucho tiempo y aquí aparece y me retrotrae a muchos años cuando él iba a misa en San Andrés junto con sus padres y allí dialogaba con los chicos en la misa de las 9.30 hs.
Yo recogía las enseñanzas que me ayudaban a entender mejor los evangelios.
Juan Carlos preguntaba y opinaba y hasta discutíamos en una ida y vuelta que recuerdo y no he logrado repetir. ¡Cuánto me ayudó ello a salir de la omnipotencia clerical de quien preparaba los textos y desde las preguntas y opiniones de los chicos debía repensar los textos!
Después, pasados varios años, nos reencontramos en Mar del Plata. El ya era un conocido dibujante y retomamos el diálogo que, a principios de siglo, nos llevó a participar y compartir algunos de los festivales de cine.
Aquella sabiduría de los años de la infancia revivía en las charlas de aquellos tiempos.
Pero “arenas que la vida se llevó”… Ahora, como el año, renace y bien podría ser uno de esos “pequeños milagros”.
Esos de los que habla Arana, “ser ángel de otros para comenzar esa red o, mejor, continuarla”.
Ojalá, como decía al principio, estos apuntes contribuyan a afrontar esta realidad.
El ritmo de esta columna me ha llevado por otros caminos pero el espacio que el 2 de enero me reclamabas lo dejo cubierto.
De todos modos, todo es importante como quiere decirlo ayer, hoy y siempre. O “cuando los deseos y augurios se hacen rutina hay algunos que nos tocan muy adentro y nos hacen el efecto del agua que da vida a una maceta tan vez destinada secarse”.