Ayer, Hoy y Siempre

Padre Hugo Segovia
Por Padre Hugo Segovia.

PADRE HUGO SEGOVIA

Africa protagonista

De los cuarenta viajes que ha efectuado el Papa Francisco en los diez años de su pontificado, el que emprendió el 31 de enero es el cuatro dirigido a Africa.
Fue a la República Democrática del Congo, un enorme territorio donde viven solamente en la capital, Kinshasa, 15 millones de personas y también a Sudán del Sur, el país más joven del mundo independiente desde 2011.

En Congo viven más de 100 millones de personas divididas en 200 grupos étnicos donde el 64 % vive con 2 dólares diarios mientras que en Sudán viven 13 millones de personas de las cuales un 52 % de católicos. Es de destacar que Congo es el país de Africa con mayor porcentaje de católicos en 48 diócesis.
Países que viven guerras civiles que parecen desmentir las enormes riquezas naturales y minerales de que gozan no solo por los enfrentamientos sino también por el otro flagelo de la corrupción.

Congo un país tan grande como Europa Occidental que entre 1980 y 1985 tuvo dos visitas de Juan Pablo II y entre 1918 y 2008 perdió a millones de personas iba a ser visitado por el Papa el año pasado pero debió postergarse para ahora debido a las dificultades que tiene para movilizarse tiene también 6 millones de personas viviendo en campos de refugiados.

Sudán, por su parte, también en situaciones difíciles nos da sin embargo un ejemplo de ecumenismo que era imposible imaginar años atrás: acompañar al Papa nada menor que el arzobispo de Canterbury, Justin Welby junto al moderador de la iglesia de Escocia, Iain Greenshields.

No asfixien a Africa

El discurso del Papa Francisco es sumamente sugerente y suele ser dicho de manera que no exaspere aun cuando hace afirmaciones exigentes.
Por ejemplo, y como para dejar algunas de ellas, llamó la atención verlo reclamar: “dejen de asfixiar a Africa” sin duda que exigido por la realidad que su visita le hace descubrir más abiertamente.
Sin duda que podemos también expresar que no vemos gobernantes que viajen a ese continente ni que aparezca Africa salvo en guerras y disputas guerrilleras por lo cual es elocuente ese colonialismo no ya cultural sino económico a que se someta al continente.
En las celebraciones se puso de manifiesto el fervor y la alegría con que se vive la liturgia. Así en la misa oficiada en Kinshasa, a la cual asistieron un millón de personas en una liturgia muy dinámica y en la cual la homilía del Papa giró en torno al lema de estas visitas “todos reconciliados en Cristo” explicando que no se trata de un lema solamente sino de una exigencia que lleva implícito él envía a todos para que sean promotores de esa reconciliación tan costosa en medio de tantas luchas, tanta corrupción y tanta pobreza.
Seguramente que se ese clima de fervor, de participación alegre han dado aliciente al Papa que pudo, por fin, llevar adelante la realización de este viaje postergado por sus dificultades de salud.

Esperanzas ecuménicas

Los distintos momentos que componen estas visitas son los encuentros con los diplomáticos, con los consagrados, con los jóvenes y con los que trabajan en las áreas asistenciales en un exigente espacio que pone a prueba la edad y la salud del Papa. No pudo, en Congo acercarse a la provincia de Kivu por razones de seguridad pero resuenan sus palabras: “¡Basta!” de enriquecerse a costa de los más débiles, de enriquecerse con recursos y dinero manchados de sangre”… dirijo un vehemente llamado a todas personas y entidades, internas y externas que manejan los hilos de la guerra depredando, flagelando y desestabilizando al Congo”.
Allí un 40% de los habitantes son católicos, un 35% son protestantes y un 9% musulmanes.
La segunda etapa en Sudán del Sur donde también la leyenda estuvo compuesta por los encuentros con todos los estamentos, tuvo la especial característica que lo hacen original ya que se puede llamar una visita ecuménica muy importante: estuvieron unidos los tres cabezas de iglesias cristianas, el Papa y los responsables de la Iglesia Anglicana y de la Iglesia de Escocia.
Particularmente la sintonía con el Papa que se inicia en los primeros pasos del pontificado de Francisco entre el arzobispo de Canterbury participante de diversas iniciativas en comunión con la Iglesia entre ambas, empeñadas en ser mediadoras del conflicto. Ello es un signo que provoca esperanzas en lo que hace a la unión de los cristianos.