Tejer juntos el futuro

Veinte años atrás, Juan Pablo II llevó a cabo el primer viaje de un papa no solo a Rumania sino también a un país de mayoría ortodoxa.
Rumania, el país más grande de los Balcanes con una población de 20 millones de habitantes de los cuales el 37º profesa la fe ortodoxa y tan solo un 7º son católicos, sufrió una de las dictaduras mas rígidas de aquellos años de la guerra fría.
De ese viaje quedo un icono: la celebración de la misa en Bucarest que termino con un grito espontaneo de la muchedumbre: “¡unitate!”;. Expresión que venía a cerrar 1.000 años de separación y que, además, expresaba esa búsqueda de la unidad que había sido una de las aspiraciones del Concilio Vaticano II, obstaculizada por incomprensiones tanto políticas como religiosas.
Sin duda que, en el saludo del papa. Francisco al pueblo rumano, estaba sintetizado todo ello: “ los invito a caminar juntos y lo hacemos cuando aprendemos a custodiar nuestras raíces; cuando cuidamos el futuro de nuestros hijos y del hermano que está al lado; cuando vamos mas allá de las sospechas y los miedos; cuando dejamos caer las barreras que nos separan”.
En los tres días de esa permanencia en Rumania, el viaje numero 30, el papa Francisco, que lo inicio y lo termino a los pies de la Virgen en la basílica de Santa María la Mayor, hizo visible la imagen por excelencia de la Iglesia en salida, camino privilegiado para llevar la Buena Noticia. No por casualidad lo iniciaba el 31 de mayo, fiesta de la Visitación
Mezclarnos, encontrarnos, ayudarnos
Precisamente en el santuario mariano de Sumuleuciuc, al pie de los Cárpatos, el papa alababa la riqueza que le daban a Rumania los mil rostros, las culturas, las lenguas, las tradiciones. Allí van en peregrinación miles de fieles, muchos de ellos de origen húngaro ya que antes de la primera guerra mundial era territorio de Hungria.
También en Iasi, ciudad de Moldavia bendijo la catedral de María Reina. Allí se encuentra la Vía Transilvana que conduce nada menor que a Santiago de Compostela lo cual le dio pie también para referirse a la cuestionada unidad europea, tal como lo hizo en el dialogo con los periodistas en el vuelo de vuelta a Roma.
El mal tiempo reinante no entorpeció al intenso recorrido y los cronistas destacan que en un día viajo cuatro veces tanto en avión como automóvil así como fueron 100 mil las personas que participaron de la celebración en el santuario mariano.
Como ocurre siempre con los viajes del papa no es para nada fácil sintetizar, en pocas líneas, la riqueza de sus intervenciones. Como dicen nuestros obispos no es fácil seguirle el paso.
“No tengamos miedo a mezclarnos, encontrarnos, ayudarnos”… “ que los rezagados de ayer sean los protagonistas del mañana y los protagonistas de hoy no se vuelvan los rezagados de mañana”. Es una de las tantas expresiones que iluminan la realidad no solo del pueblo rumano.
Unitate, Unitate
No podemos orillar el emotivo pedido de perdón a la comunidad gitana en la ciudad de Blaj en Transilvania: “no fuimos capaces de reconocerlos, valorarlos y defenderlos en su singularidad”.
En esta incompleta crónica ocupa un lugar preferencial el cierre de los tres días de peregrinación del papa por tierras rumanas.
Se trata de la misa en el Campo de la Libertad de la misma ciudad. Ante una concurrencia de 60 mil fieles proclamó beatos a 7 obispos greco-católicos que padecieron toda clase de tortura en los tiempos de Ceausescu con una entereza admirable entre los años 1950 y 1970. La ceremonia, oficiada por un obispo del rito bizantino, fue presidida por Francisco cuya homilía destaco con vigor que estos beatos se opusieron a un sistema ideológico que rechazaba la libertad y negaba los derechos fundamentales de la persona y por ello son ejemplo para “llevar la luz del Evangelio a nuestro tiempos en los también encontraron nuevas ideologías que someten y alienan a la persona buscando imponerse sutilmente y desarraigar a nuestros pueblos de sus mejores tradiciones culturales y religiosas”.
A lo largo de esos días intensos aleteaba la figura y la audacia de Juan Pablo II que soñaba con un encuentro par cristianó que ya la misma gente que gritó “unitate!” intuía en lo que se llamo “ecumenismo de pueblo”. Las dificultades que surgieron, muchas veces a causa de actitudes de la misma Iglesia (él había dado un paso adelante con la encíclica “Ut unum sint” que no tuvo demasiada repercusión y que le hizo decir que no soñaba con la jurisdicción sino con la comunión) no debilitaron su compromiso. Ahora se escribió otra importante pagina de lo que ya el filosofo ruso Vladimir Soloviev en 1900 llamaba “la unión de las iglesias en medio de una noche oscura”.