En puntas de pie

Padre Hugo Segovia
Por Padre Hugo Segovia.

El árbol plantado en los jardines vaticanos el 4 de octubre, fiesta de San Francisco de Asís, “ejemplo por excelencia del cuidado de lo que es débil y de una ecología integral” en el comienzo del Sínodo de la Amazonía lo fue en tierra tomada de lugares simbólicos: del tiempo de la creación del mundo, de la Amazonía rica en cultura y tierra de la Amazonía bañada en la sangre de los mártires, de la India para recordar a las comunidades mundiales más vulnerables a la crisis climática y tierra que representa a los millones de refugiados y migrantes, tierra representativa de los proyectos de desarrollo sustentable en el mundo y tierra sedienta de paz y justicia con tierra provenientes de lugares donde hay tráfico de personas y de los lugares de la “Fridays for future” en representación de los jóvenes de la generación de la “Laudato si” y también con tierra de los lugares franciscanos.

Después de casi dos años de preparación desde que el 19 de enero de 2018 lo anunció en Perú y con la minuciosidad que es característica de la Iglesia, se pudo llevar a cabo el Sínodo para la Amazonía. Una vez más, el otoño romano convocó a hombres y mujeres de todo el mundo no “para una patronal de mantenimiento para los que ya conocen el Evangelio sino ser señal de la madurez de una comunidad eclesial”. “Jesús, decía el papa al inaugurarlo, no ha venido para traer la brisa de la tarde sino el fuego”.

OFRECER. NO IMPONER

“Nos acercamos a los pueblos amazónicos en puntas de pie respetando su historia, sus culturas, su estilo de vida con corazón cristiano para comprenderla e interpretarla”. Decía el papa Francisco al inaugurarlo y con valentía marcaba el sentido auténtico de la evangelización: “el fuego de Dios, como en el episodio de la zarza ardiente, arde pero no se consume. Es fuego de amor que ilumina, calienta y da vida, que se extiende y devora.

Cuando los pueblos y las culturas se devoran sin armonía respeto, no se trata del fuego de Dios sino el del mundo. ¡Cuántas veces ha habido colonización en lugar de evangelización!. Dios nos guarde de la avidez de los nuevos colonialismos. El fuego aplicado por los intereses que destruyen como el que recientemente ha devastado la Amazonía, no es del Evangelio.

El de Dios es calor que atrae y reúne en la unidad. Se alimenta con el compartir, no con los beneficios. El fuego devorador, en cambio, se extiende cuando se quieren sacar adelante solo las propias ideas, edificar el propio grupo, quemar lo diferente para uniformar a todos”.

Se ha hablado, según opinión del prefecto de la Congregación para la Comunicación, profesor Paolo Ruffini (vale la pena recordar que es el primer laico elegido para esa responsabilidad), de un Sínodo adentro y otro afuera con lo cual quería desacreditar una información ajena a la verdadera marcha de los debates.

Tenemos nosotros que conformarnos con alguna pincelada:”la ecología integral nos muestra que los hombres y la naturaleza están conectados y todos somos hijos de la tierra, todo lo que daña a la tierra daña a los seres humanos y a todos los otros seres vivos del planeta.

Dios mismo está conectado con su creación, misterio que se manifiesta en la Eucaristía”… se habló de “una ciudadanía ecológica” a través de una educación integral… valorar el carisma de los laicos lejos del clericalismo…crear un organismo episcopal permanente y representativo coordinado por la Red Eclesial Panamazónica para promover la sinodalidad de la Amazonía.

EL PACTO DE SANTA DOMITILA

Así como en 1965, al terminar el Concilio Vaticano II, un grupo de Padres conciliares se comprometía por una Iglesia pobre y para los pobres en las catacumbas de Santa Domitila ahora, 40 obispos y 50 sacerdotes rubricaron el llamado Pacto de las Catacumbas por la Casa Común. Religiosos, religiosas y laicos acompañantes hicieron lo propio y no faltaron representantes de otras religiones.

La importancia de este acontecimiento la podemos expresar diciendo que el Cardenal Claudio Hummes, arzobispo emérito de Sao Paulo (el que le marcó el camino al papa en el Conclave cuando le dijo que no olvidara de los pobres) presidió la misa luciendo una estola que había sido de Monseñor Welder Camara.