El derecho al futuro

Dos semanas atrás hablábamos de la película “Un hombre de palabra” y como el director ensayaba un paralelismo de la vida del papa con la de aquel que le había dado nombre al ser elegido obispos de Roma.

Nos encontramos con un elocuente testimonio porque, además de tratarse de la primera visita de un papa a la Península Arábiga, ella coincide con algo que sucedió hace 800 años cuando Francisco de Asís se encontró en Egipto con el sultán Malik Al Kamil.

No era época de encuentros pero Francisco quería ser, de veras, instrumento de la paz de Cristo. Ahora, esta visita inesperada contribuye a derribar esos muros que otros pretenden edificar y son como el símbolo de una humanidad construida sobre las bases del Evangelio.

El Vicario Apostólico del sur de Arabia que incluye a los Emiratos Árabes Unidos, a Omar y a Yemen relata que el Jaque Mohamed Bin Zayed Al Nanyan fue quien invito a un Encuentro intirreligioso sobre la fraternidad pues lo considera “símbolo de paz, tolerancia y promoción de esos valores y espera que esta visita nos ayudara a buscar el dialogo y la convencía entre los pueblos.”

Llama la atención, por más que estemos acostumbrados, la escasa y poco entusiasta información sobre este acontecimiento en un mundo que viva de solo anunciamientos sino gritos concretos que contribuyan a unir a los pueblos.

El arca de la fraternidad
Solo sabiendo que son muy pocos las cristianos que viven en los Emiratos, sujetos además a muchas restricciones ya que desde el siglo VII es casi nula la presencia de cristianos pero que el culto dominical, para la mayoría un día como cualquier cotro, se hace en ingles, lenguas de India, Filipinas, Sri Lanka, árabe, coreano, español, francés, italiano, polaco, eslovaco, ucraniano nos podemos imaginar un mundo alucinante donde se de los grandes contrastes de la abundancia y del mundo de los inmigrantes que están sueltos a contrato de trabajo que suelen vivir en villas dormitorio.

Alli llego Francisco “como un sediento de paz, como un hermano que busca la paz con los hermanos”. “Querer la paz, promover la paz, ser instrumento de paz: estamos aquí para esto”.
Algunas imágenes podemos recoger de esta nueva experiencia evangelizadora.

Manifestaba el papa su regocijo poresta nueva etapa que nos muestra diferentes pero hermanos y no paso por alto el drama de Sri Lanka, Libia y, sobre todo Yemen que, según la O.N.U., sufre la peor crisis humanitaria..

Algunas expresiones tienen una fuerza inusitada como decir que “no habrá futuro si no somos hermanos y juntos construimos futuro”.
La participación del papa en el Encuentro al que había sido invitado culmina en el Documento de Fraternidad humana. Visitar la Gran Mezquita Sheikh Zayed, lugar de culto más importante y su encuentro con el Gran Imán de Al-Azhar, Ahmed Al-Tayyeb son otros de los momentos destacados.

La imagen del Arca, común a las religiones monoteístas viene a ser como el icono de este histórico encuentro: “hoy, en nombre de Dios para salvar la paz necesitamos entrar juntos como una familia en un arca que pueda navegar por los mares tormentosos del mundo, el arca de la fraternidad”

El beso al gran imán
En Abu Dhabi tuvo lugar la misa celebrada en el Centro Deportivo que reunió a la pequeña comunidad católica pero que reunió a 180.000 personas y que constituyen algo nunca visto en la cuna del Islam.

Si bien no es la primera vez que el papa argentino habla de estos temas, su palabra es siempre nueva como cuando dice que “hay que devolver la guerra a su miserable crudeza”. No es fácil encontrar una imagen que represente en profundidad la importancia de este viaje, el 27º del papa Francisco en menos de seis años de pontificado.

Pero, así como un poco frívolamente los medios se quedaban con el beso del papa al Gran Imán Ahmed al Tayeb, bien podría serlo también para nosotros.

Ese beso que, volviendo a la tarde del 13 de marzo de 2013, es como la expresión del beso del nuevo papa a los pobres, a la casa común, a la paz. No sabemos cómo fue el encuentro entre Francisco de Asís y el sultan Malik Al Kamil.

Bien puede haber sido también un beso y lo mismo que hacemos cuando nos saludamos en cada celebración eucarística: “la paz esté contigo”